Para comprender la fuerza emocional que la
música ejerce sobre las personas, tanto en edad adulta como durante la niñez y
adolescencia, es conveniente clarificar el concepto de la disciplina que se
ocupa de este campo de conocimiento: la Psicología de la Música.
En la edad infantil (de 2 a 6 años) la
actividad musical por excelencia es el juego. La espontaneidad en la
realización de movimientos y en la entonación de canciones, es un factor
intelectual y biológico muy importante para el desarrollo mental, físico y
emocional del niño.
En definitiva, la psicología musical
demuestra que la música incide directamente en las facultades humanas: favorece
el desarrollo mental y emocional, desarrolla la sensibilidad, la voluntad, la
inteligencia y la imaginación, y por qué no, la apreciación de la belleza. La
actividad musical potencia la expresividad, la creatividad y la memoria.
En el enfoque psicofisiológico, la
audición o acción de oír, podemos considerarla como el resultado de una
excitación producida por ondas sonoras sobre las terminaciones del nervio
auditivo, que se transmite al centro auditivo del cerebro y da lugar a una
sensación aural (o auditiva). El cerebro es la estructura material que
implica no sólo el pensamiento sino también la afectividad. El pensamiento es
la computación de símbolos; está localizado en zonas corticales. La
afectividad, el sentimiento, es el contenido básico de la conciencia, de la
actividad psíquica; está localizado en el sistema límbico, tálamo, hipotálamo,
que se hallan en la base del cerebro en la zona llamada diencéfalo, y en el
lóbulo temporal.
A continuación, se podrá insertar un
pequeño video donde un neurocientífico habla de manera breve sobre el poder de
la música para el cerebro infantil:
Cristina Vázquez Marín
Ana Belén Pozo Jiménez
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